Sin miedo by Teri Terry

Sin miedo by Teri Terry

autor:Teri Terry [Terry, Teri]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2014-03-06T05:00:00+00:00


CAPÍTULO 22

—¿Podemos hablar?

Stella sonríe al verme. Parece tan absurdamente feliz por que la esté buscando que se me cae el alma a los pies.

—Por supuesto, pasa —me responde.

Entro en su despacho y cierro la puerta con llave. Stella arquea una ceja.

—Da la impresión de que es algo grave. ¿Va todo bien?

—No. En realidad, no.

—¿Qué ocurre? —me pregunta, pero no sé qué responder. Cuanto menos le cuente, mejor para ella, la verdad. Sin embargo, aunque la precaución sea imprescindible, no puedo hacerle esto. No puedo desaparecer sin una sola palabra. Otra vez, no. Stella sale de detrás del escritorio y va hacia el sofá que hay contra la pared. Me siento a su lado—. Adelante. Puedes contarme cualquier cosa.

—No querrás oír esto. Lo lamento, pero tengo que marcharme.

Ella sacude la cabeza.

—¿Marcharte? Pero si apenas acabas de llegar. ¿Por qué?

—Estoy casi segura de que mi tapadera ha quedado al descubierto. Si no es así, lo será pronto. Si me quedo, vendrán a por mí.

—Oh, Lucy. No. Iré contigo. Yo…

—No. No puedes; el riesgo es demasiado grande. Estaré más segura si me marcho sola.

Toda una gama de emociones cruza su cara y yo me preparo para la tormenta, pero antes de llegar, desaparece. Stella se recuesta en el sofá, encorvada.

—¿Cuándo? —susurra.

—No lo sé. Pronto. En cuanto solucione una cosa. No será para siempre, te lo prometo. Me pondré en contacto contigo. Algún día volveré a verte, cuando las cosas sean distintas.

—Oh, Lucy. No. No es justo.

—La vida es así —replico, más cortante de lo que pretendía.

Pero, en serio, ¿cuándo ha sido la vida justa conmigo? Incluso cuando creía que por fin estaba volviendo a una familia que sí era mía, descubro que todo era mentira.

—Esto no es por mí, ¿verdad? —me pregunta Stella.

—Desde luego que no.

—Cuéntamelo todo. Quizá pueda ayudarte.

Niego con la cabeza.

—Lo siento. Es más seguro si no sabes nada.

—No te fías de mí… —afirma con voz amarga.

—¡No se trata de eso! Pero ¿por qué debería fiarme de ti? Me has mentido durante toda mi vida —le espeto, sin poder contener las palabras.

—Lo has adivinado, ¿verdad?

—¿El qué?

—Que no te lo he contado todo.

—¿Qué más no me has contado? —exijo saber, aunque una parte de mí es consciente de que esto no debería ir así; se supone que estoy intentando arreglar un poco las cosas antes de marcharme, pero no puedo evitar preguntar. ¿Qué más puede ser?

—¡No fue culpa mía!

—¿Qué no fue culpa tuya?

—Ella me obligó a hacerlo, ¿no lo ves?

—¿Quién? ¿Tu madre? ¿Qué te obligó a hacer?

—Estuvo años chantajeándome para que guardara silencio. ¡En aquel entonces yo era su prisionera! Me tuvo encerrada bajo llave durante todo mi embarazo para impedir que hablara; mantuvo a Danny a distancia, diciéndole que eso era lo que yo deseaba. Quizá mi hija habría vivido si yo hubiera estado en casa. Pero cuando Astrid llegó contigo…, supo que me tenía en sus manos. Justo donde ella quería. Yo no podía decir nada, ¿sabes?, o te perdería. Al final Astrid me dejó marchar.

—¿De qué estás hablando?

—No. Ya basta.



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